doi:10.5477/cis/reis.192.105-124
Preocupaciones existenciales y malestares socioemocionales. Comprendiendo los desafíos de la pospandemia
Existential Concerns and Socio-Emotional Distress.
Understanding Post-Pandemic Challenges
Erik Dueñas-Rello
Cómo citar
Dueñas-Rello, Erik (2025). «Preocupaciones existenciales y malestares socioemocionales. Comprendiendo los desafíos de la pospandemia». Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 192: 105-124. (doi: 10.5477/cis/reis.192.105-124)
La versión en inglés de este artículo puede consultarse en http://reis.cis.es
Erik Dueñas-Rello: Instituto TRANSOC-Universidad Complutense de Madrid | eduenas@ucm.es
Introducción1
La crisis de la COVID-19 sigue afectando profundamente a nuestras sociedades. En este periodo de pospandemia, nos enfrentamos a una cuarta oleada de mayor incidencia de problemas en los mecanismos mentales y emocionales de la población (Pedrera Massa, 2023). Estas problemáticas están atrayendo la atención de diversas investigadoras en el caso español (Tezanos, 2022; Ruiz-Frutos y Gómez-Salgado, 2021; Antonovica, Esteban y Antolín, 2023). No obstante, desde la sociología debemos continuar explotando en profundidad el conjunto de encuestas sobre los efectos de la pandemia para poder comprender en su complejidad sus secuelas (Torrado et al., 2023). Encuestas como las realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) constituyen una fuente privilegiada para comprender y dar respuesta a la crisis de salud mental que vivimos en la actualidad, no desde una perspectiva de la excepcionalidad pandémica, sino desde la concepción de una situación de vulnerabilidad descarnada que cronificó un conjunto de problemáticas que aún nos afectan.
Podemos diferenciar entre dos efectos en la estructura socioafectiva. Por un lado, el aumento de malestares socioemocionales, que hacen referencia a la manifestación corporal de un sufrimiento que afecta al estado de ánimo de las personas (Bericat, 2018). Por otro, las preocupaciones existenciales, que indican temores concernientes al cuestionamiento de la identidad propia y de los proyectos de vida (Martuccelli, 2011: 5; Bengtsson y Flisbäck, 2021: 148). La crisis pandémica, al haber supuesto una alteración radical de la vida cotidiana y una ruptura obligada en las trayectorias biográficas de las personas, habría profundizado en este tipo de preocupaciones. Ambos conceptos están emparentados, si bien ocupan un nivel diferenciado de la realidad social. Los primeros constituyen una relación evaluativa de eventos concretos del mundo circundante, mientras que los segundos parecen referirse a un nivel más profundo de los sujetos que ha sido abordado recientemente por dos exponentes contemporáneos de la escuela crítica de Frankfurt. Para Axel Honneth (2007), la experiencia humana está fundamentada en un modo de interés existencial y aflicción emocional que orienta la interacción humana hacia el mundo circundante, y constituye la base para las estructuras de reconocimiento y conocimiento. Cercana a esta concepción, la noción de «resonancia» para Hartmut Rosa (2019, 2023: 3) –fundamentada sobre una orientación de apertura afectiva hacia el mundo– apunta a un modo de relación en que un sujeto se siente conmovido por una fuerza (sea externa o interna) cargada de significados profundos, llevándole a responder emocionalmente mediante una relación en la cual ambas entidades quedan transformadas. La pérdida o perturbación de este modo de relación constituye para Rosa un temor existencial fundamental, al empobrecer la disposición a la responsividad de las personas y poner en peligro su constitución como individuos. En definitiva, las preocupaciones existenciales constituyen una forma negativa de los «sentimientos existenciales» (Ratcliffe, 2005, 2020), en tanto sentido ontológico que un individuo tiene de su posición en el mundo y que orienta su relación con las diferentes esferas de la realidad.
El objetivo principal de este artículo es comprender la relación entre este nivel ontológico y los malestares socioemocionales, atendiendo a la incidencia que tuvo la pandemia de la COVID-19 en ambos niveles en función de la edad, el sexo y el nivel formativo. El artículo comienza con una revisión de las principales aportaciones teóricas y empíricas sobre las preocupaciones existenciales en los últimos cinco años, sintetizando tres abordajes sociológicos de la dimensión existencial, para rescatar algunos conceptos centrales en la comprensión de las relaciones entre esta dimensión y los malestares socioemocionales. A continuación, presentaré el diseño metodológico de la investigación: para comprender la estructura de las relaciones entre los diferentes conceptos, propongo un modelo de ecuaciones estructurales (SEM, por sus siglas en inglés), que evalúa la existencia de constructos latentes partiendo de variables observadas, y las relaciones de regresión y covariación entre dichos constructos y otros factores. Finalizaré el artículo con la discusión de los resultados, proponiendo en las conclusiones orientaciones para continuar preguntándonos por estas temáticas, además de dar cuenta de las limitaciones de esta investigación.
Estado de la cuestión
Durante los últimos años, las preocupaciones existenciales han ganado atención en diversos espacios de la sociología europea. Esto se circunscribe a un mayor interés por las causas y efectos del aumento de problemas socioemocionales en las sociedades occidentales, en un periodo definido por la sucesión de situaciones de crisis. La revisión de la literatura especializada muestra que hay un conjunto de redes de investigadoras de diferentes geografías en nuestro continente (España, Reino Unido, Suecia y Finlandia) que se han dedicado en mayor profundidad al análisis de estas cuestiones, pero sin haber entablado ningún diálogo entre ellas. Este apartado tiene, por tanto, dos fines: por un lado, contribuir a la comprensión sociológica de las problemáticas existenciales –destacando los conceptos utilizados por las diferentes investigaciones– y su relación con los problemas socioemocionales; por otro, elaborar una síntesis de las aportaciones más recientes en esta área para consolidar un marco teórico apropiado para los desafíos de la pospandemia.
Las principales aportaciones en el caso español surgen de un proyecto que tenía como objetivo descubrir las nuevas formas de vulnerabilidad socioexistencial estructuralmente producidas en la sociedad española (Santiago, 2021). Parten de una definición de vulnerabilidad como la exposición a riesgos y amenazas constitutiva de los seres humanos, pero entendiendo que estas se configuran históricamente en la intersección entre cuestiones sociales y existenciales (Martuccelli, 2021). Sus resultados muestran cómo los individuos traducen los problemas que experimentan en términos de pruebas individuales que, ante las dificultades para darles respuesta, generan preocupaciones de índole existencial que dificultan entablar una relación resonante con el mundo (Santiago, 2024: 15). La situación de precariedad produciría tensiones por las dificultades para materializar proyectos de vida independiente en contextos de incertidumbre, o una devaluación y desestructuración de la vida social por la disolución del soporte laboral (véanse Álvarez-Benavides y Turnbough (2022) y Castrillo y Vicente (2021) para el caso de personas jóvenes; Briales y Vidal (2021) y Briales (2022), para personas desempleadas mayores de cuarenta y cinco años; y Artiaga, Martín, y Zambrano-Álvarez (2021) y Terrón y Martín (2021) para el caso de cuidadoras de familiares dependientes).
En estas investigaciones destaca la importancia de la experiencia subjetiva de la precariedad para indagar en las nuevas formas de vulnerabilidad, junto a su comprensión desde las aportaciones de las éticas del cuidado. La «precariedad subjetiva», como la incapacidad para plantearse y llevar a cabo una vida autónoma (Tejerina et al., 2013), puede entenderse como una inquietud existencial específica de la esfera laboral, puesto que atañe a un sentimiento de cuestionamiento del sí mismo en el puesto de trabajo, a una sensación de inestabilidad de las trayectorias y a una pérdida de la autoestima producto de la disolución real o percibida del soporte laboral, que permean en su comprensión de la vida cotidiana (Linhart, 2009; Castel, 1995; Colombo y Rebughini, 2019). Por su parte, desde las aportaciones de la ética del cuidado podemos comprender cómo, pese a la fragilidad constitutiva de nuestra especie, existe una distribución desigual de las amenazas y malestares debido a la organización social y política de la vulnerabilidad (Paperman, 2020; Tronto, 2017).
Desde las universidades de Cambridge y Bristol en Reino Unido, Patrick Baert, Marcus Morgan y Rin Ushiyama (2022a) han propuesto recientemente el desarrollo de una «sociología de la existencia», que toma por objeto los «acontecimientos existenciales», eventos socialmente prescritos, pero individualmente entendidos como centrales para lograr un sentimiento de completitud de sus vidas (p. 24). Bebiendo del pragmatismo, este enfoque presta atención a cómo los individuos se enzarzan en la tarea de resolver sus mundos, planteando estudiar las decisiones, motivaciones y agencias en el marco de existencias individuales –como una localización privilegiada para poder estudiar la maraña de arreglos y expectativas de un orden macro en que están enmarcadas– (Baert, Morgan y Ushiyama, 2022b: 109; Outhwaite, 2022). La dimensión temporal es central en esta propuesta, considerando que esas decisiones quedan gobernadas por su orientación hacia acontecimientos cargados de significación, produciendo la futurización de un poder-ser que otorga una dirección a los proyectos biográficos (Heidegger, 2012 [1927]: §65). Esta proyección, además, retrotrae al carácter finito de la existencia, obligando a los individuos a tomar decisiones bajo la irreversibilidad del tiempo biográfico (Baert, Morgan y Ushiyama, 2022a: 9).
Esta propuesta se presentó en un número monográfico de la Journal Of Classical Sociology, que contó con aportaciones críticas de otras autoras. David Inglis (2022) destaca algunos elementos en común con las aportaciones de la sociología existencial y la antropología existencial desarrolladas en Estados Unidos. Con la primera, comparte el énfasis en la libertad humana y su habilidad para construir significados en la realidad social, atendiendo al carácter mutable de un ser que se produce en su continua actualización (Kotarba y Melnikov, 2024; Kotarba y Fontana, 1984). No obstante, mientras estos identifican en la emocionalidad el motor de esta tarea (Douglas y Johnson, 1977), la propuesta británica prima la construcción simbólica como eje de articulación de los hitos. De la antropología existencial podría resonar la idea de un «imperativo existencial» que impele a las personas a emerger del mundo al que somos arrojados, buscando un equilibrio en la constitución de nuestras existencias entre un actuar ante el mundo y un ser atravesado por las expectativas y normas de este (Jackson y Piette, 2015: 5; Jackson, 2005: 182). Robin Wagner-Pacifici (2022) destaca el potencial de esta propuesta para estudiar los efectos de situaciones de crisis sobre generaciones particulares, preguntándose si existiría un sentimiento generalizado de incompletitud existencial por la pérdida o devaluación de un conjunto de acontecimientos compartidos. De esta manera, el marco teórico desarrollado presentaría un prisma de gran relevancia para analizar los efectos existenciales producidos por la pandemia de la COVID-19 (Turner, 2022).
Uno de los focos geográficos de mayor productividad en estas temáticas son los países nórdicos, donde en los últimos años se ha estudiado en profundidad las preocupaciones existenciales que afronta la población joven que debe adentrarse en la vida adulta. Östman, Nyman-Kurkiala y Fischer (2020), de la universidad finlandesa Åbo Akademi, han indagado en los significados existenciales asociados al hecho de ser un adulto emergente, destacando los riesgos psicológicos que esta etapa de transición conlleva para unos jóvenes que deben aprender a gestionar la libertad, independencia y las nuevas responsabilidades que conlleva la producción de un proyecto de vida adulta (pp. 13-15). En paralelo, un grupo de investigadoras de la Universidad de Borås en Suecia ha estudiado el conjunto de preocupaciones existenciales que atañen al periodo liminar de la juventud. En concreto, Lundvall et al., (2019, 2020) identificaron un miedo compartido a perderse en un terreno desconocido, llegando a temer ver diluida la identidad propia ante las exigencias sociales a la hora de producir sus proyectos de vida adulta. Para las mujeres jóvenes, estas preocupaciones surgen de la tarea de gestionar y encontrar un sentido a su vida frente a un conjunto de demandas objetivadoras y patriarcales, que imponen un ideal de ser-mujer (Lundvall et al., 2019). Los hombres jóvenes, por su parte, describen hallarse en un pozo sin fondo ante las dificultades para producir un hogar o espacio donde descansar y poder subjetivarse, viviendo formas de vulnerabilidad que esconden por miedo a mostrar una existencia frágil (Lundvall et al., 2020).
Las aportaciones presentadas comparten su preocupación por la manera en que los individuos afrontan las situaciones de vulnerabilidad. Los hallazgos de las investigadoras españolas resaltan el conjunto de soportes y redes de cuidados que permiten mitigar los problemas que sufren. Desde las investigaciones de Suecia y Finlandia, el choque entre las expectativas de autonomía y la capacidad efectiva de autodesarrollo de los individuos constituye una de las fuentes de malestar y tensiones existenciales. Pese a no contar con aplicaciones empíricas, la propuesta británica pone el énfasis en la manera en que se construyen proyectos biográficos y, con ello, en las capacidades percibidas para producir estos. Las percepciones sobre la agencia propia y el control sobre la propia vida son centrales para el «bienestar subjetivo» de los individuos (Bandura, 1993). La autonomía, entendida como la capacidad efectiva de desarrollar y perseguir la propia concepción de una vida digna de ser vivida (Anderson y Honneth, 2004: 130), atañe tanto a las capacidades agenciales percibidas como a las autovaloraciones, presentándose como una dimensión ontológica central para entender los efectos de la vulnerabilidad. Estas dos ideas que sintetizan el bienestar subjetivo, no obstante, deben complejizarse para no reproducir un ideal de sujeto independiente y autárquico: tanto la valoración de sí como la capacidad de agencia son necesariamente conceptos relacionales, que comprenden tanto las redes interpersonales en que se enmarcan las personas como las estructuras de desigualdad (Cheshire-Allen y Calder, 2022: 52; Anderson y Honneth, 2004).
Los efectos de estas preocupaciones existenciales en la salud de las personas jóvenes son uno de los focos privilegiados por muchas de estas investigaciones. Las ansiedades producidas por estas exigencias pueden suponer un deterioro de la calidad de vida y del bienestar subjetivo. Ello podría derivar en experiencias de crisis vitales, en las cuales las personas afectadas sufren un cuestionamiento de sus capacidades para resolver el desafío de acceder a la vida adulta (Lundvall et al., 2022; Castrillo Bustamante y Vicente Olmo, 2021). Diferentes situaciones existenciales límite, como el paso a la vida adulta –pero también la jubilación–, conllevan la aparición de preguntas existenciales, definidas por una reevaluación de las trayectorias vividas y los proyectos de vida que pueden derivar en un cuestionamiento de la identidad individual (Bengtsson y Flisbäck, 2021: 198). Ello explica la centralidad dada al estudio del paso a la vida adulta, al tratarse de un periodo liminal definido por la exposición a formas de inseguridad e incertidumbre laboral (Furlong et al., 2018; Cuervo et al., 2023) que traerían consigo incertidumbres existenciales, cuyas raigambres estructurales deben abordarse desde las ciencias sociales.
La relación entre las preocupaciones existenciales y los malestares socioemocionales es una constante en estas investigaciones. Las dificultades para construir proyectos de vida independientes generan problemas en su relación con la temporalidad futura, derivando en formas de estrés en sus vidas cotidianas, o en una devaluación de sus capacidades agenciales parejas a síntomas de la serie depresiva (Hemberg et al., 2024). El conjunto de estudios abordado parece coincidir en una distinción entre una dimensión existencial y un plano emocional. Si bien ambas se ven afectadas por factores exógenos, en el caso de las primeras, la afectación se produce en el nivel profundo de las autodefiniciones del individuo: la reevaluación que desencadena concierne al sentimiento que una persona tiene de su posición en el mundo y de la manera en que se relaciona con él. Por ello, las preocupaciones existenciales, la precariedad subjetiva y el bienestar subjetivo se entenderán como conceptos pertenecientes a esta dimensión existencial, en tanto que conciernen a las relaciones y orientaciones que tienen los individuos en y con el mundo (Honneth, 2007; Rosa, 2019; Ratcliffe, 2005). Los efectos en el plano socioemocional, por otra parte, hacen referencia a la relación para con un evento del mundo (Bericat, 2016) mediada por factores sociales específicos, pero también por los sentimientos existenciales que orientan la forma en que se actúa y se perciben dichos eventos (Stephan, 2012).
Partiendo de esta distinción, y con base en los elementos comunes de estas aportaciones, propondré en el apartado metodológico una distinción entre diferentes conceptos que será sometida a contrastación empírica. Un abordaje cuantitativo de estas problemáticas permitirá contrastar los hallazgos cualitativos sintetizados. Con ello, este artículo pretende consolidar la distinción entre las problemáticas existenciales y socioemocionales propias de las nuevas formas de vulnerabilidad, así como comprobar si inciden de manera diferente en posiciones sociales concretas.
Objetivos del estudio
Empleando la distinción entre problemas en el plano ontológico-existencial y en el plano emocional, el objetivo principal de la investigación es comprender las relaciones existentes entre ambos. Para ello se proponen tres objetivos, evaluados a partir de un modelo de ecuaciones estructurales:
Metodología
El objetivo de la metodología propuesta es comprender las relaciones estructurales entre los miedos o amenazas existenciales, el bienestar subjetivo y los problemas socioemocionales que experimentan los individuos en España. Para ello, se ha empleado un Modelo de Ecuaciones Estructurales (SEM). Esta técnica examina la estructura de relaciones entre constructos latentes y variables observadas, permitiendo el análisis sincrónico de múltiples rectas de regresión. La técnica SEM debe partir de una teoría estructural, en la que las investigadoras establezcan relaciones entre constructos fundamentadas teóricamente, con el fin de contrastar su validez empírica para un conjunto de observaciones dadas (Hair et al., 2019: 700).
Muestra
Para comprender si existe un conjunto de preocupaciones existenciales en la población española y su relación con malestares socioemocionales, se emplea el Estudio 3298 del CIS, Efectos y consecuencias del coronavirus (I), de octubre de 2020, que incluye preguntas sobre preocupaciones existenciales, autodefiniciones individuales y malestares socioemocionales. El estudio incluye 2861 entrevistas realizadas a la población española mayor de edad. Si bien los resultados se inscriben en un contexto de excepcionalidad pandémica, los problemas emocionales y mentales derivados de esta aún perduran en el tiempo (Pedreira Massa, 2023), manteniendo la vigencia de estos resultados.
Procedimiento
El modelo parte de variables observables provenientes de las preguntas 3 (miedos o preocupaciones derivadas de la situación pandémica), 14 (autopercepciones de las personas entrevistadas) y 16 (estados emocionales) del citado estudio. Los ítems se han recodificado para eliminar los valores perdidos. En la pregunta 14 se ha considerado como valor perdido la categoría de respuesta «Ni de acuerdo ni en desacuerdo», al no ser proporcionada en la situación de encuesta (tabla 1). Además, se ha invertido la escala de respuesta de los ítems de la pregunta 16, de tal manera que las categorías reflejen un orden ascendente del grado de incidencia de los malestares que miden. Utilizo la técnica del Análisis Factorial Confirmatorio dentro del modelo SEM (Bollen, 2014) para medir la estructura de relaciones entre los diferentes ítems, que constituyen los siguientes constructos latentes:
La inclusión del último factor obliga a seleccionar casos de personas que se encuentren en edad laboral. Así se pueden comprender las interrelaciones entre la fragilización del soporte laboral, las amenazas percibidas a los proyectos existenciales, y sus repercusiones emocionales. De esta manera, tras eliminar los casos que contasen con valores perdidos en alguna de las variables incluidas en el modelo, se cuenta con una muestra de 1820 casos, de los cuales un 49,3 % son mujeres y un 50,7 % hombres. Respecto a las edades, el 8,6 % tiene entre dieciocho y veinticuatro años; el 17,4 %, entre veinticinco y treinta y cuatro; el 25,3 %, entre treinta y cinco y cuarenta y cuatro; el 26,7 %, entre cuarenta y cinco y cincuenta y cuatro, y el 22,0 %, entre cincuenta y cinco y sesenta y cuatro años. El 18,6 % tiene estudios obligatorios o inferiores (niveles ISCED 1-2), el 39,5 % tiene estudios de Bachillerato o Formación Profesional (niveles ISCED 3-5), mientras que el 41,9 % tiene estudios universitarios (niveles ISCED 6-8).
Propongo un modelo estructural con malestares socioemocionales como único constructo endógeno, que sería explicado por los constructos exógenos de bienestar subjetivo, preocupaciones existenciales y precariedad subjetiva. Se establecen relaciones de covarianza entre los últimos tres constructos, por entender que la autonomía, las incertidumbres existenciales y la inseguridad material entablan una relación en el mismo nivel de la realidad social, el de la dimensión relativa a las relaciones y orientaciones con el mundo (Honneth, 2007). Los tres constructos miden diferentes formas del sentimiento existencial, como la estructura anticipatoria que lleva a entender la relación con el mundo en términos de un espacio de probabilidades concretas (Ratcliffe, 2020: 257): bienestar subjetivo hace referencia a la definición de la situación de una misma en su entorno, mientras que preocupaciones existenciales y precariedad subjetiva permiten captar si dicha relación se percibe en términos de amenaza e inseguridad.
La necesidad de sociologizar las dimensiones existenciales y emocionales llevan a introducir los factores sociodemográficos de edad, sexo y nivel de estudios. La edad permitirá comprender si estos problemas afectan en mayor medida a algún periodo biográfico concreto, contrastando si el periodo juvenil es más vulnerable a los problemas aquí estudiados, como consecuencia de la presentificación y la pérdida de referencias ontológicas en la vida cotidiana (Colombo y Rebughini, 2019). El sexo permitirá evaluar si las mayores presiones, exigencias y obligaciones impuestas a las mujeres por la organización política de la vulnerabilidad las vuelve más vulnerables a los riesgos emocionales y existenciales. La encuesta empleada no cuenta con un indicador de renta, por lo que se introduce la variable de nivel de estudios como una aproximación al estatus socioeconómico de las personas encuestadas, en tanto que el capital cultural funciona como un predictor de la situación económica y de la posición de estatus de las personas encuestadas, que podrían impactar en los constructos aquí estudiados. Se espera encontrar una relación negativa entre el bienestar subjetivo y los malestares socioemocionales, así como una relación positiva entre las preocupaciones existenciales y la precariedad subjetiva con los malestares socioemocionales.
A excepción de la edad, ninguna variable empleada en el modelo es de intervalo, por lo que se emplea el estimador de Mínimos Cuadrados Ponderados Diagonalizados, que computa las matrices policóricas para los ítems politómicos y tetracóricas para los dicotómicos, que asume que bajo estos ítems subyace una distribución de respuesta continua y normal que da forma a las categorías de respuesta observadas en la muestra (Li, 2021). El análisis de la asimetría y curtosis de las variables indica ausencia de normalidad multivariable, por lo que es necesario emplear la versión robusta de este estimador (WLSMV), que ajusta el chi-cuadrado a la media y la varianza del estadístico. Todos estos análisis se han realizado con el paquete Lavaan del entorno R (Rosseel, 2012).
Análisis
El gráfico 1 representa el modelo estructural propuesto, incluyendo los ítems, los constructos latentes y sus cargas factoriales, las relaciones de covarianza y regresión, y los términos de error, tanto de los ítems que componen cada constructo como el del constructo endógeno. Añado las estimaciones estandarizadas de los pesos factoriales y de las relaciones de covarianza y regresión, además de las varianzas de los términos de error del modelo (representadas con flechas bidireccionales encima de cada término de error). Se ha incluido una covariación entre los errores de los ítems ME3 y PS2, como resultado de una comprobación de los índices de modificación con el fin de mejorar su ajuste. El modelo respeta el supuesto de unidimensionalidad de cada variable; agrupa los ítems en función de su naturaleza para alcanzar un modelo congenérico, incluyendo tres ítems por cada constructo. La tabla 2 detalla los constructos del modelo: todas las cargas factoriales son estadísticamente significativas, situándose en un rango de 0,637-0,868. El anexo 1 contiene la matriz de correlaciones del modelo, donde se observa que todas las correlaciones entre los pares de ítems que componen cada factor superan el valor de 0,5; no obstante, se encuentran mayores correlaciones en malestares socioemocionales que en preocupaciones existenciales o precariedad subjetiva, lo cual es coherente con la naturaleza de cada constructo. Los factores muestran validez convergente, con valores superiores al 0,5 en su Varianza Media Extraída. Respecto a la consistencia interna, el Alpha de Cronbach ordinal (calculado a partir de la matriz de correlaciones del modelo, Oliden y Zumbo, 2007) es superior a 0,8 en los cuatro factores, indicando fiabilidad de constructo.
Respecto a los indicadores de bondad de ajuste, el modelo presenta datos aceptables. La prueba χ2 mide la diferencia entre la covarianza observada y la del modelo estimado. Debido a su sensibilidad al tamaño muestral, se recomienda comprobar los índices de ajuste incrementales TLI y CFI, que en el modelo superan el punto de corte de 0,950 (0,991 y 0,987 respectivamente). El Standardized Root Mean Square Residual (SRMR) mide las desviaciones estándares de las covarianzas individuales, situándose su valor de corte en 0,08, por encima del valor del modelo (0,031). Por último, el Root Mean Square Error of Approximaton (RMSEA) representa cómo de bien el modelo se ajusta a la población, corrigiendo la complejidad del modelo y el tamaño muestral, contando con un valor de corte de 0,5, que indicaría que las variables empleadas (y sus relaciones) son apropiadas para la muestra empleada: el modelo sería entonces aceptable (0,028) también bajo el índice de confianza al 90 % (0,023-0,033).
La tabla 3 contiene las estimaciones de cada relación entre constructos, testando cada una de las hipótesis teóricas (las cuales están representadas en el modelo con su sigla correspondiente). La mayoría de las relaciones son estadísticamente significativas al nivel α = 0,05, a excepción de la relación de covariación entre la edad, el sexo y el nivel de estudios con el bienestar subjetivo. Respecto a los malestares socioemocionales, existe una relación estadísticamente significativa con los tres constructos exógenos propuestos: se da una relación inversa con el bienestar subjetivo (H1: -0,406), y una relación positiva con las preocupaciones existenciales (H2: 0,190) y la precariedad subjetiva (H3: 0,153). Respecto a los factores sociodemográficos, cuenta con una relación positiva con la edad (H4: 0,062), mientras que se da una asociación negativa con el sexo (H5: -0,178) y el nivel de estudios (H6: -0,059). En total, la varianza explicada del factor (R2) se sitúa en 0,377; se trata de un valor aceptable que da cuenta de la capacidad explicativa del modelo para entender las relaciones de los malestares socioemocionales con sus variables predictoras, toda vez que todas ellas son estadísticamente significativas.
Las relaciones entre los constructos exógenos y los factores sociodemográficos son estadísticamente significativas, salvo en sus relaciones con el constructo Bienestar Subjetivo. La edad tiene una relación inversa con las preocupaciones existenciales, (H8: -0,189), reduciéndose estos temores conforme aumenta la edad; misma tendencia que en su relación con la precariedad subjetiva (H9: -0,151). Respecto al sexo, las mujeres presentan en relación con los hombres más preocupaciones existenciales (H11: -0,223) así como mayor precariedad subjetiva (H12: -0,102). El nivel de estudios también afecta a ambas manifestaciones de temores existenciales, reduciéndose ambos conforme el primero aumenta (H14: -0,159; H15: -0,245). Existe asociación entre todos los constructos exógenos: la asociación más elevada se da entre las preocupaciones existenciales y la precariedad subjetiva (H18: 0,502), mientras que los cambios entre el bienestar subjetivo y las preocupaciones existenciales son negativos (H16: -0,260), como ocurre entre el bienestar subjetivo y la precariedad subjetiva (H17: -0,129). Por último, no existe relación estadísticamente significativa entre el sexo y el nivel de estudios (H19, por encima del p-valor 0,05), mientras que existe una asociación entre la edad y el nivel formativo que se debe tener en consideración (H20: 0,133).
Discusión
El modelo SEM pone de manifiesto la relación entre el nivel ontológico (o la orientación hacia el mundo) y la incidencia de malestares socioemocionales en la población española durante la crisis pandémica. Los tres constructos exógenos propuestos miden diferentes aspectos de la disposición hacia el mundo que afectan en diferente medida al constructo endógeno, pudiendo implicar una relación cualitativamente diferente. El bienestar subjetivo, al constituirse de autovaloraciones, concierne a las capacidades agenciales que tienen las personas en su relación con el mundo; las autopercepciones de los individuos afectan al grado de sufrimiento que experimentan ante situaciones amenazantes (Bandura, 1993: 133). Esto explica la relación directa entre ambos constructos, reduciéndose la incidencia de malestares socioemocionales cuanto mayor sean las autovaloraciones de la persona encuestada (H1); se trata, además, del factor con mayor peso explicativo en el constructo endógeno. La falta de efectos de los factores sociodemográficos en este constructo (H7, H10 y H13) indica que las autovaloraciones constituyen un factor autoexplicativo de las perspectivas de autoeficacia de una persona en su relación con el mundo; no obstante, su relación con los otros constructos socioexistenciales indican que esta disposición está afectada por cambios en el entorno social.
Las preocupaciones existenciales y la precariedad subjetiva constituyen un tipo de sentimiento existencial no elemental que toma una forma patológica al afectar negativamente a la estructura de la relación de uno mismo con el mundo en su conjunto (Ratcliffe, 2005: 59; Stephan, 2012: 160). De acuerdo con Hartmut Rosa (2019: 237), la devaluación de la estructura afectivo-existencial con la que nos orientamos al mundo –debido a temores concernientes a una pérdida del propósito u orientación de las trayectorias vitales– puede tener como consecuencia el aumento de enfermedades de serie depresiva o ansiosa. En este sentido, el mayor peso explicativo de las Preocupaciones Existenciales sobre el factor de Malestares Socioemocionales, en comparación con la Precariedad Subjetiva, se explica en tanto que las primeras apuntan a un desgaste más profundo de la estructura existentiva de las personas, que concierne a las relaciones que establece consigo misma y el mundo en su conjunto (H2), y no con una esfera particular. Ello no obsta la centralidad de la esfera laboral y de la inseguridad económica en la incidencia de malestares socioemocionales (H3), en tanto la precarización concierne a procesos de rearticulación y cuestionamiento de las trayectorias y proyectos biográficos (Carreri, 2022).
La relación negativa entre la edad y estos sentimientos existenciales (H8 y H9) puede explicarse por el desafío doblemente social y existencial que afrontan las personas jóvenes en la constitución y producción de proyectos de vida independientes para transitar a la vida adulta. Se trata de una tarea preñada de incertidumbres e inseguridades ontológicas (Östman, Nyman-Kurkiala y Fischer, 2020: 13), que en el caso español debe afrontarse en un contexto de inestabilidad y precarización, que hace más patente el temor a no encontrar una orientación con la que encaminar las trayectorias biográficas. Las mujeres sufrirían más estos sentimientos, teniendo mayor incidencia en las preocupaciones existenciales (H11) que en la precariedad subjetiva (H12), lo cual cuadra con las investigaciones recientes que identifican la fuente de las presiones y exigencias en demandas de diferentes esferas, y que interpelan más directamente a las mujeres (Lundvall et al., 2019). Así mismo, las personas con menores niveles formativos cuentan con mayor grado de precariedad subjetiva (H15) que preocupaciones existenciales (H14): en tanto el capital cultural tiene una relación estrecha con la posición en la estructura laboral, se explica esta tendencia, por contar con menos recursos con los cuales hacer frente a situaciones de incertidumbre económica que puede causar sentimientos de indisposición de la esfera a la que atañe este constructo. Que la población joven, las mujeres y las personas con menor nivel formativo cuenten con mayor temor a la precarización se explica por ser perfiles que sufren en gran medida trayectorias de la precariedad (Verd y López-Andreu, 2012: 146).
Los temores que señalan estas dos formas patológicas de sentimientos existenciales pueden entenderse como consecuencia de la tarea de la autoactualización o cambio (Douglas y Johnson, 1977; Piette y Jackson, 2015), que deviene una obligación ante un conjunto de presiones temporales que establecen pautas y normas para el cumplimiento de desafíos socio-biográficos (Baert, Morgan y Ushiyama, 2022a: 12). Esta presión temporal será navegada de forma distinta según los recursos de los que se dispone (como por ejemplo los formativos). Pero también según las autodefiniciones de los individuos, por el diferencial de capacidad agencial para afrontar los desafíos y definir un conjunto de hitos existenciales de mayor significación para dotar de un propósito a los proyectos biográficos (Baert, Morgan y Ushiyama, 2022b: 110). Ello explica la relación negativa del bienestar subjetivo con las preocupaciones existenciales (H16) y la precariedad subjetiva (H17). En su conjunto, la falta de recursos con los que dar respuesta a estos temores, así como la incapacidad para producir un sentido que amortigüe los temores existenciales es fuente de profundos malestares socioemocionales.
Respecto a las relaciones entre los factores sociodemográficos y los malestares socioemocionales, destaca su mayor incidencia en las mujeres (H5), constituyendo un factor explicativo de primer orden en España, tal y como señalan estudios recientes (Pedrera Massa, 2023: 41; González-Sanguino et al., 2021). Que las mujeres hayan sufrido una mayor incidencia de estas problemáticas durante la pandemia puede responder a la mayor demanda de formas de cuidado en contextos de ausencia de soporte institucional, tanto por el cuidado de personas físicamente dependientes como por abrirse la necesidad generalizada de un apoyo emocional, el cual podría recaer en las personas asociadas a los cuidados (Cheshire-Allen y Calder, 2022: 61). La relación de asociación entre malestares socioemocionales y la edad y el nivel de estudios es pequeña, aunque estadísticamente significativa. El mayor efecto de estos malestares en los niveles formativos obligatorios o primarios puede explicarse por la menor disposición de recursos con los que hacer frente a situaciones de sacudidas como la crisis (H6). El incremento de los malestares conforme aumenta la edad (H4) puede responder a lo que Bericat (2018: 321) identificó como una «crisis emocional de la edad madura» en la sociedad española, en tanto el bienestar emocional disminuye conforme se incrementa la edad, afectando especialmente a las cohortes de entre cuarenta y sesenta años. No obstante, al considerar cómo la edad influye en los sentimientos existenciales negativos, los problemas socioemocionales en la población joven podrían estar fuertemente vinculados con preocupaciones existenciales.
Conclusiones
En este estudio se ha establecido una diferenciación conceptual entre los sufrimientos emocionales y los temores existenciales, partiendo de un modelo de comprensión de una dimensión ontológica que capta la orientación hacia el mundo, que precede y puede explicar dichos sufrimientos. Se han abordado las relaciones entre diferentes sentimientos existenciales (preocupaciones existenciales y precariedad subjetiva) y la autonomía percibida de los individuos con el sufrimiento de problemáticas de índole emocional en el marco de la crisis pandémica de la COVID-19. Se han estudiado los efectos de la edad, el sexo y el nivel formativo en las dos dimensiones, con el fin de identificar factores de incidencia de problemáticas que se cronificaron con la situación de excepcionalidad sanitaria. De esta manera, aunque el análisis se circunscribe a un periodo concreto, permite comprender la importancia de las relaciones con el mundo en un plano existentivo-ontológico a la hora de sufrir problemas emocionales. La técnica SEM ha permitido cumplir con cada uno de los objetivos:
Las implicaciones de estos hallazgos exigen una profundización en el futuro. En términos cuantitativos, es necesario replicar la estructura de relaciones propuestas en la situación pospandémica. Una posibilidad sería replicar las preguntas de esta encuesta desligándolas del contexto pandémico, pudiendo incluir otros ítems que constituyan preocupaciones existenciales específicas de gran relevancia en la actualidad, como podrían ser las preocupaciones por la crisis climática, la polarización política o la situación de riesgo de guerra nuclear entre otros. Los hallazgos de este estudio también podrían complementarse con una aproximación cualitativa que aborde los constructos analizados en el modelo propuesto desde los mundos de vida de los colectivos más afectados por las problemáticas aquí estudiadas.
En suma, la investigación aquí desarrollada supone una aportación empíricamente fundamentada a una sociología de las relaciones con el mundo que se pregunte por cuestiones existenciales y emocionales. Al haberse empleado una muestra con un número elevado de observaciones que abarca a la población general española, las conclusiones constituyen una referencia validada y fiable de cara a seguir profundizando en las relaciones entre ambas dimensiones durante los próximos años.
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Anexo
Tabla 4. Matriz de correlaciones de las variables del modelo
BS1 |
BS2 |
BS3 |
MS1 |
MS2 |
MS3 |
PE1 |
PE2 |
PE3 |
PS1 |
PS2 |
PS3 |
Sexo |
Edad |
Estudios |
|
BS1 |
1 |
||||||||||||||
BS2 |
0,553 |
1 |
|||||||||||||
BS3 |
0,747 |
0,548 |
1 |
||||||||||||
MS1 |
-0,359 |
-0,264 |
-0,356 |
1 |
|||||||||||
MS2 |
-0,352 |
-0,258 |
-0,349 |
0,719 |
1 |
||||||||||
MS3 |
-0,286 |
-0,210 |
-0,283 |
0,583 |
0,571 |
1 |
|||||||||
PE1 |
-0,183 |
-0,134 |
-0,181 |
0,283 |
0,277 |
0,225 |
1 |
||||||||
PE2 |
-0,170 |
-0,124 |
-0,168 |
0,263 |
0,257 |
0,209 |
0,595 |
1 |
|||||||
PE3 |
-0,176 |
-0,129 |
-0,174 |
0,273 |
0,267 |
0,217 |
0,617 |
0,573 |
1 |
||||||
PS1 |
-0,093 |
-0,068 |
-0,092 |
0,236 |
0,231 |
0,187 |
0,359 |
0,333 |
0,345 |
1 |
|||||
PS2 |
-0,081 |
-0,060 |
-0,080 |
0,205 |
0,201 |
0,163 |
0,312 |
0,290 |
0,169 |
0,614 |
1 |
||||
PS3 |
-0,083 |
-0,061 |
-0,082 |
0,209 |
0,204 |
0,166 |
0,318 |
0,295 |
0,306 |
0,625 |
0,544 |
1 |
|||
Sexo |
0,058 |
0,043 |
0,058 |
-0,220 |
-0,215 |
-0,175 |
-0,172 |
-0,160 |
-0,165 |
-0,075 |
-0,065 |
-0,067 |
1 |
||
Edad |
0,032 |
0,023 |
0,031 |
0,004 |
0,004 |
0,003 |
-0,135 |
-0,125 |
-0,130 |
-0,099 |
-0,087 |
-0,088 |
- |
1 |
|
Estudios |
-0,028 |
-0,021 |
-0,028 |
-0,087 |
-0,085 |
-0,069 |
-0,098 |
-0,091 |
-0,094 |
-0,185 |
-0,161 |
-0,164 |
-0,051 |
-0,133 |
1 |
Fuente: Estudio CIS 3298, cálculos propios con estimador WLSM.
1 Este artículo se ha realizado en el marco de una investigación predoctoral con una ayuda de la Comunidad de Madrid para la contratación de personal investigador predoctoral en formación. Agradezco a Daniel López Roche por sus sugerencias metodológicas, que han enriquecido el texto.
Tabla 1. Medias, desviaciones estándar, asimetría, curtosis y escalas recodificadas de las variables utilizadas
Media |
S.D. |
Asimetría |
Curtosis |
|
Escala 0-Muy en desacuerdo, 3-Muy de acuerdo |
||||
En general me siento activo/a y vigoroso/a (BS1) |
2,250 |
0,800 |
-1,001 |
0,678 |
La mayor parte de los días siento que he logrado lo que me había propuesto (BS2) |
1,927 |
0,822 |
-0,559 |
-0,069 |
Por lo general me siento bien conmigo mismo/a (BS3) |
2,371 |
0,697 |
-1,069 |
1,334 |
Escala 0-En ningún momento o casi en ningún momento, 3-Todo o casi todo el tiempo |
||||
Se ha sentido triste (MS1) |
0,653 |
0,756 |
1,120 |
1,054 |
Se ha sentido deprimido/a (MS2) |
0,544 |
0,743 |
1,345 |
1,428 |
Se ha sentido solo/a (MS3) |
0,327 |
0,661 |
2,281 |
5,179 |
Escala 0-No, 1-Sí |
||||
Inquietud y temor ante el futuro (PE1) |
0,815 |
0,388 |
-1,624 |
0,639 |
Miedo por no poder emprender ya proyectos vitales como emanciparse, o abrir un negocio, o hacer algún viaje (PE2) |
0,563 |
0,496 |
-0,255 |
-1,936 |
Miedo por no recuperar su vida tal como era antes de la pandemia (PE3) |
0,612 |
0,488 |
-0,457 |
-1,792 |
Miedo por la posibilidad de poder perder su empleo personal o el de algún/a familiar (PS1) |
0,674 |
0,469 |
-0,740 |
-1,453 |
Preocupación por haber perdido su empleo personal o el de algún/a familiar (PS2) |
0,401 |
0,490 |
0,403 |
-1,838 |
Intranquilidad por no poder afrontar sus gastos (hipotecas, alquileres, préstamos, suministros, telefonía, etc.) (PS3) |
0,435 |
0,496 |
0,264 |
-1,932 |
Fuente: Elaboración propia con base en el Estudio CIS 3298.
Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. N.º 192, Octubre - Diciembre 2025, pp. 105-124
Gráfico 1. Modelo SEM
Fuente: Elaboración propia con base en el Estudio CIS 3298.
Preocupaciones existenciales y malestares socioemocionales. Comprendiendo los desafíos de la pospandemia
Tabla 2. Evaluación de los constructos latentes del modelo y estimadores de bondad de ajuste
Estimación (error estándar) |
Estimación estandarizada |
|
Bienestar Subjetivo |
||
BS1 |
1,000 (-) |
0,868*** |
BS2 |
0,733 (0,023) |
0,637*** |
B23 |
0,991 (0,027) |
0,861*** |
Alpha de Cronbach = 0,829 |
||
Varianza Media Extraída = 0,635 |
||
Malestares Socioemocionales |
||
MS1 |
1,000 (-) |
0,857*** |
MS2 |
0,978 (0,027) |
0,839*** |
MS3 |
0,785 (0,028) |
0,681*** |
Alpha de Cronbach = 0,852 |
||
Varianza Media Extraída = 0,670 |
||
Preocupaciones Existenciales |
||
PE1 |
1,000 (-) |
0,801*** |
PE2 |
0,925 (0,047) |
0,743*** |
PE3 |
0,960 (0,050) |
0,770*** |
Alpha de Cronbach = 0,831 |
||
Varianza Media Extraída = 0,624 |
||
Precariedad Subjetiva |
||
PS1 |
1,000 (-) |
0,840*** |
PS2 |
0,865 (0,046) |
0,731*** |
PS3 |
0,881 (0,044) |
0,744*** |
Alpha de Cronbach = 0,828 |
||
Varianza Media Extraída = 0,624 |
||
Error de PE3 ↔ Error de PS2 |
-0,137 (0,031) |
-0,301*** |
χ2: 174,846, Df: 72, p-valor: 0,000 |
||
CFI: 0,991 |
||
TLI: 0,987 |
||
SRMR: 0.031 |
||
RMSEA: 0,028 (I.C. 90 %: 0,023-0,033) |
p < 0,100; *p < 0,050; **p < 0,010; ***p < 0,001.
Fuente: Estudio CIS 3298, cálculos propios con estimador WLSMV.
Tabla 3. Relaciones entre las variables del modelo
Relación estructural |
Estimación del parámetro |
Estimación estandarizada |
H1: Bienestar Subjetivo → Malestares Socioemocionales |
-0,413 (0,030)*** |
-0,406 |
H2: Preocupaciones Existenciales → Malestares Socioemocionales |
0,204 (0,050)*** |
0,190 |
H3: Precariedad Subjetiva → Malestares Socioemocionales |
0,157 (0,044)*** |
0,153 |
H4: Edad → Malestares Socioemocionales |
0,004 (0,002)* |
0,062 |
H5: Sexo → Malestares Socioemocionales |
-0,157 (0,028)*** |
-0,178 |
H6: Nivel de Estudios → Malestares Socioemocionales |
-0,052 (0,026)* |
-0,059 |
H7: Edad → Bienestar Subjetivo |
0,002 (0,002) |
0,033 |
H8: Edad → Preocupaciones Existenciales |
-0,013 (0,002) *** |
-0,189 |
H9: Edad → Precariedad Subjetiva |
-0,011 (0,002)*** |
-0,151 |
H10: Sexo → Bienestar Subjetivo |
0,057 (0,030)+ |
0,066 |
H11: Sexo → Preocupaciones Existenciales |
-0,183 (0,031)*** |
-0,223 |
H12: Sexo → Precariedad Subjetiva |
-0,088 (0,031)** |
-0,102 |
H13: Nivel de Estudios → Bienestar Subjetivo |
-0,022 (0,027) |
-0,025 |
H14: Nivel de Estudios → Preocupaciones Existenciales |
-0,131 (0,028)*** |
-0,159 |
H15: Nivel de Estudios → Precariedad Subjetiva |
-0,211 (0,028)*** |
-0,245 |
H16: Bienestar Subjetivo ↔ Preocupaciones Existenciales |
-0,176 (0,025)*** |
-0,260 |
H17: Bienestar Subjetivo ↔ Precariedad Subjetiva |
-0,093 (0,025)*** |
-0,129 |
H18: Preocupaciones Existenciales ↔ Precariedad Subjetiva |
0,326 (0,028)*** |
0,502 |
H19: Sexo ↔ Nivel de Estudios |
-0,051 (0,033) |
-0,051 |
H20: Edad ↔ Nivel de Estudios |
1,624 (0,322)*** |
0,133 |
R2 de Malestares Socioemocionales = 0,377 |
+p < 0,100; *p < 0,050; **p < 0,010; ***p < 0,001.
Fuente: Estudio CIS 3298, cálculos propios con estimador WLSMV.
Recepción: 06/05/2024
Revisión: 28/10/2024
Aprobación: 11/03/2025